miércoles, 14 de diciembre de 2016

La Universidad de La Habana en Fidel. Fidel en La Universidad de La Habana. Una relación directa, infinita e inolvidable

Maité Mezquía
La Universidad de La Habana, una de las primeras universidades españolas
con sede en América es hoy, con casi tres siglos de existencia, más joven
que nunca porque con cada centuria que pasa es remozada, gracia a que la
juventud que ella recibe cada año, pues hace que en ella florezcan mucho
más que conocimientos, hace que prosperen esperanzas y sentimientos puros.
Esta afirmación se debe a que dicha casa de altos estudios no solo atesora
gran parte de los momentos decisivos de nuestra historia, siendo testigo
del tiempo y del progreso que ha experimentado la sociedad cubana, sino el
honor de haber educado a grandes cubanos, protagonistas, entre otras
tareas, de nuestras gestas libertadoras.
De sus aulas salieron, entonces, los que escribieron la historia reciente
de la nación cubana, una de la que nos sentimos plenamente orgullosos.
Elementos todos que la han convertido en un patrimonio invaluable de la
nación cubana. Claro está, que además la considero como tal porque quien
no se ha sentido abrumado con la imponencia de su altura respecto al área
metropolitana que la rodea o con la majestuosidad de su escalinata
coronada con un alma mater que nos llama a sus brazos, que nos toca el
alma y nos hace querer, más allá de nuestra vocación, estudiar ahí.
Tal y como la conocemos hoy es producto de todo ello y, sobre todo, a la
herencia que nos legó un convulso siglo XX que la engrandeció estructural
y culturalmente. Fue precisamente en ese siglo, por allá por el mes de
septiembre del año 1945 que a sus aulas ingresa un muchacho desconocido y
sencillo que se convertiría en el uno de los hombres más grandes del
siglo, y al que hoy no solo admiramos sino añoramos.
Con solo 19 años Fidel Castro Ruz matricula y comienza la carrera de
derecho, como uno de los pocos que podían acceder a la matrícula, pero que
como muchos en estos años se hizo revolucionario, una expresión que le
hemos escuchado decir varias veces e incesantemente repetida por fuentes
de todo tipo: "fue aquí donde me hice revolucionario y martiano."
Es a este tema, entonces, al Fidel estudiante universitario, al que va
dedicado estas palabras, que pretende resaltar la influencia que ejerció
en el líder de la Revolución Cubana su paso por la Universidad de La
Habana. Pese a que muchos han hablado de esta cuestión, mi intención surge
de ese objetivo, pero se conjuga con la necesidad de aportar más ideas a
un tema tan rico, sensible e interesante sobre este gran hombre.
Muchos historiadores, entre ellos la Dr. Francisca López Civeira,
coinciden en afirmar que esos fueron tiempos difíciles no solo para la
prestigiosa institución universitaria sino para toda Cuba, que luchaba
contra la tiranía de gobiernos corruptos, gansteriles y reaccionarios.
Pues en el año 1944 asume la presidencia Ramón Grau San Martín y esta era
la única Universidad del país. Con Grau entran al Gobierno otras
personalidades vinculadas a la vida universitaria, lo cual había generado
muchas expectativas. Pero cuando entra Fidel, la Universidad ya se le
había empezado a hacer críticas a su gestión, así como también se había
iniciado la Guerra Fría y el lenguaje anticomunista penetra en este
centro.
Quizás por ello, el rebelde joven, que nació rebelde y seguirá siendo
rebelde, al que nos referimos se siente motivado a cambiar la situación,
estando desde esos años su vida completamente ligada al proceso
revolucionario cubano, porque es él el principal inspirador del pasado, el
presente y el futuro de la nación cubana.
Debido a su comprensión de la necesidad del momento histórico está en
primera fila en mítines, manifestaciones, protestas, bien sea como
participante, activista, orador o promotor. Es así que conoce a varios
militantes de la Juventud Comunista, entre ellos, Flavio Bravo, Raúl
Valdés Vivó y Alfredo Guevara. Por tanto, tampoco tardó en iniciarse en la
dirigencia de la FEU y en oponerse tenazmente a la elección del favorito
del gobierno de Ramón Grau para presidir la organización estudiantil.
Bajo dicha circunstancias su vida académica, se extendió hasta septiembre
de 1953 cuando, con 24 años, le es otorgado el título de Doctor en
Derecho, y se puede seguir a través del expediente A-1308 que le acompañó
a lo largo de su carrera. Ese lapso de tiempo es el que acelera la
maduración de ese pensamiento político del que vengo hablando, cuyo
aprendizaje incluyó, también, la rama social, económica y el crecimiento
ideológico, todo gracias a una lectura perenne de incontables obras, algo
que va a seguir haciendo, incluso, en momentos difíciles de su vida. Es en
la Universidad donde descubre su verdadero destino y reconoce las cosas
que hay que cambiar, un cambio que con el tiempo va a concebir como una
transformación que debe hacer toda la humanidad.
No obstante, a que dicha institución educacional era muy conflictiva,
Fidel fue un alumno que ingresó lleno de objetivos y ávido del contacto
con las personas preocupadas por los problemas de "La Colina" y la lucha
contra la "corruptela pública". El joven Fidel llega a la convicción de
que hace falta luchar y luchar bien. Por consiguiente su actitud desde la
casa de altos estudios se tornó en extremo peligrosa para su vida, lo cual
le valió presiones físicas y amenazas muy fuertes, incluso de muerte, por
parte de la mafia que controlaba la institución, llegando a prohibirle la
entrada al centro. Así pues, dispuesto a enfrentar tamaña situación volvió
a la Universidad, y comenzó él mismo llamara su "primera y peculiar lucha
armada contra el gobierno y los poderes del Estado".
Mucho se ha y he hablado, entonces, de lo que significó la Universidad
para él, sin embargo él después de la Revolución transforma a la
Universidad, le da su sentido democrático, le da pleno acceso a las masas
populares, se llevan los estudios universitarios a todo el que lo desee,
dándole una vocación social al sentido humanista que adquiere Fidel, como
antes mencione, durante sus años en la Colina.
Por eso no hay nada más explícito que sus mismas ideas cuando expresa que
en la Universidad de La Habana libró muchas batallas con toda la
persistencia necesaria, pero lo más importante fue la conexión que se
estableció entre la juventud y la Revolución, un vínculo que hay que
cuidar mucho, porque "Les pido que sean baluartes inconmovibles de la
Revolución, baluarte que no se rinde ni claudica jamás".
Conmovida con todo lo que estas letras han removido en mí, recuerdo que
cuando niña siempre que pasaba la calle San Lázaro le decía a mi mamá yo
un día voy a estudiar allí y ella se reía mientras decía: es cierto y vas
estar orgullosa de eso. Mi mamá realmente no se equivocó y hoy me siento
muy orgullosa de haberme graduado de la carrera de Historia, con lo cual
las penurias y las noches en vela quedan olvidadas por la satisfacción del
deber cumplido. Pero muchísimo más orgullosa me siento de ser cubana y del
hecho de haber realizado este trabajo en homenaje a un hombre eterno,
porque con ello he celebrado la existencia de la Universidad de La Habana,
de la Revolución Cubana, que le ha dado tanto a la juventud, así como
también he contribuido a que nunca se olvide la existencia de "un fuera de
serie" llamado Fidel Castro.

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