Diversas opiniones han generado las reuniones del Congreso para proclamar una nueva carta magna en la República de Cuba.
Por Jose Antonio Rigual. Diario La Marina
Rafael no sabe leer, ni escribir. A él solo le importa trabajar "como un mulo" para que sus hijos sobrevivan y al menos terminen la educación primaria. Desde su puesto de limpiabotas a unas cuadras del edificio del Congreso Rafael labora ajeno a la realidad que vive su país.
Hoy 9 de febrero los delegados a la Asamblea Constituyente reunidos en el Capitolio Nacional comienzan a decidir el futuro constitucional de millones de cubanos, aunque muchos de ellos como Rafael, ni siquiera entienden lo que significa una Asamblea Constituyente.
Según fuentes oficiales, cercanas a algunos delegados esta será una de las constituciones más progresistas y avanzadas de América Latina aunque se protegerá la propiedad privada y otros intereses de la llamada burguesía cubana.
El líder sindicalista ferroviario Julio Martínez Larrondo expresó públicamente en un acto popular de la Habana Vieja que es muy positivo que se tengan en cuenta os derechos de los obreros, campesinos y de las clases populares en general.
Agregó que la verdadera lucha comenzaba ahora pues los sindicatos unidos tenían que abogar porque esas supuestas leyes se lleven a la práctica y protejan a los obreros y trabajadores humildes de la sociedad.
Sin embargo, pese a las opiniones positivas que ha despertado la idea de una constitución progresista, algunos opinan que habrá largas sesiones de debates que pudieran postergarse por meses.
Así lo manifiesta el periodista Reynaldo Álvarez de la CMQKC. Según Álvarez "hay que desconfiar siempre de las clases burguesas en el poder pues aunque sus gestiones aparenten democracia y dignidad, siempre habrá artilugios para defender los intereses de la burguesía."
Vale mencionar que la Constituyente no solo ha despertado opiniones diversas, sino algunas manifestaciones y protestas de sectores socialmente activos, sobre todo jóvenes, que desconfían de la gestión de los gobiernos títeres de la denominada neocolonia.
La gente y la Constituyente”
ResponderBorrarDiversas opiniones han generado las reuniones del Congreso para proclamar una nueva carta magna en la república de Cuba.
Por Jose Antonio Rigual. Diario La Marina
Rafael no sabe leer, ni escribir. A él solo le importa trabajar “como un mulo” para que sus hijos sobrevivan y al menos terminen la educación primaria. Desde su puesto de limpiabotas a unas cuadras del edificio del Congreso Rafael labora ajeno a la realidad que vive su país.
Hoy 9 de febrero los delegados a la Asamblea Constituyente reunidos en el Capitolio Nacional comienzan a decidir el futuro constitucional de millones de cubanos, aunque muchos de ellos como Rafael, ni siquiera entienden lo que significa una Asamblea Constituyente.
Según fuentes oficiales, cercanas a algunos delegados esta será una de las constituciones más progresistas y avanzadas de América Latina aunque se protegerá la propiedad privada y otros intereses de la llamada burguesía cubana.
El líder sindicalista ferroviario Julio Martínez Larrondo expresó públicamente en un acto popular de la Habana Vieja que es muy positivo que se tengan en cuenta os derechos de los obreros, campesinos y de las clases populares en general.
Agregó que la verdadera lucha comenzaba ahora pues los sindicatos unidos tenían que abogar porque esas supuestas leyes se lleven a la práctica y protejan a los obreros y trabajadores humildes de la sociedad.
Sin embargo, pese a las opiniones positivas que ha despertado la idea de una constitución progresista, algunos opinan que habrá largas sesiones de debates que pudieran postergarse por meses.
Así lo manifiesta el periodista Reynaldo Álvarez de la CMQKC. Según Álvarez “hay que desconfiar siempre de las clases burguesas en el poder pues aunque sus gestiones aparenten democracia y dignidad, siempre habrá artilugios para defender los intereses de la burguesía.”
Vale mencionar que la Constituyente no solo ha despertado opiniones diversas, sino algunas manifestaciones y protestas de sectores socialmente activos, sobre todo jóvenes, que desconfían de la gestión de los gobiernos títeres de la denominada neocolonia.