viernes, 11 de noviembre de 2016

Contar la República: Quim, un emigrante asturiano; por Gastón Marrero


Nota editorial (de Roque): Aquí, un imaginario Gastón Marrero, en dos partes, nos cuenta la historia de vida de un emigrante asturiano en Marianao (que en esta serie de entrevistas ya ha acumulado varias). Una visión particular de la vida en la época prerrevolucionaria.
El barrio de Los Quemados, en Marianao, es popularmente conocido por el “Oriental Park”, un hipódromo cuyo prestigio se extiende por toda América. Por mi afición al juego lo frecuente mucho en los últimos años de la década del 50 y tanto como las carreras de caballos disfrutaba tomar algunos tragos con amigos en los comercios cercanos. Encontramos nuestro sitio preferido en una pequeña bodega, llamada “La mejor”, cuyo dueño, un emigrante asturiano, pasaba las tardes conversando con los allí presentes. Hoy, cuando leí el periódico me sorprendió la noticia de que se nacionalizaran las pequeñas y medianas empresas, y me viene a la mente Joaquín, el dueño de aquel negocio, y de la entrevista que le realice para el periódico El Mundo el 16 de abril de 1958. Aquí la adjunto.

Quim, un emigrante asturiano

Por Gastón Marrero

Tras la barra de la bodega “La mejor” de Marianao, se descubre a un hombre alto y delgado, de rasgos delicados y bigote fino. Este hombre se llama Joaquín Rodríguez, aunque todos lo conocemos como Quim, es asturiano y llego a La Habana en 1918. Salió de un pequeño pueblo del occidente asturiano llamado Grandas de Salime, al que , cuando conversamos, se refiere como “su aldea”. El viaje en barco fue muy difícil, más para aquel Quim de 16 años que venia solo, con la sospecha de nunca volver a ver a sus padres, a sus 6 hermanos, a su tierra. De Grandas era mejor huir, la pobreza azotó, y sigue azotando con especial fuerza a los campos españoles. El Servicio Militar obligatorio, de tres años de duración, también fue una razón de peso para que Joaquín, y cientos de jóvenes como él abandonaran diariamente a la Madre Patria.

Esta tarde, en la misma barra de su bodega, Quim me cuenta sobre la emigración, España, Cuba, su vida, su negocio, el futuro.

¿Por qué decides venir a Cuba específicamente?

En Cuba vive mi tío Manuel, hermano de mi madre que me había hablado más de una vez de las maravillas de esta Isla. Manuel llego en los últimos años de la guerra de independencia de ustedes, los cubanos. El formaba parte del ejército español, pero quedó tan enamorado de esta isla que nunca regresó a España. En las cartas que nos escribía siempre contaba que había abierto una pequeña taberna aquí en Marianao, que marchaba bien, y nos prometió a los sobrinos que si deseábamos pasar por acá nos daría trabajo. De La Habana se hablaba mucho en mi pueblo, siempre soñé con conocerla, por las historias que contaba la familia, se hablaba de una ciudad muy próspera, muy moderna. En España se tiene mucho aprecio por Cuba, todavía no se ha superado el dolor de haberla perdido.

¿Y por qué Marianao?

Marianao me llamo la atención desde el inicio. Cuando yo llegué era una ciudad muy joven, que se estaba convirtiendo para muchos en una ciudad de veraneo, de ocio. Era un lugar muy bueno para abrir negocios, porque lo mismo tiene las playas, los diferentes clubes, cabarets, tiene el hipódromo, por ejemplo. Muchos de los que vienen a ver carreras de caballos cuando salen se toman algún traguito, hasta figuras de la talla de Benny Moré se han sentado aquí. Yo estoy satisfecho de haberme establecido aquí, en “la ciudad que progresa”.

¿Cómo se siente en Cuba?

Hay un contraste muy grande entre este país y la aldea de la que provengo. Es un país muy adelantado en sus comercios, sus medios de transporte. La gente es muy afable, a mí me encantan los cubanos, yo siento que tratan a los españoles con mucho cariño, también porque tenemos mucho en común unos y otros. El clima aquí es fabuloso, a diferencia de mi aldea, donde se pasaba mucho frío, y con el hambre que teníamos, mejor ni te cuento. Si algo me disgusta de aquí es la corrupción que hay en los gobiernos, en las alcaldías. Aquí mismo en Marianao, como mismo hemos tenido alcaldes honrados, los hemos tenido muy corruptos, pero imagínese, eso pasa en el mundo entero. Sobre el gobierno de Batista prefiero no hablar, las cosas han estado muy tensas, pero yo, la verdad, no me meto en política.

¿Le fue difícil adaptarse a Cuba?

No, cuando uno viene de una miseria y un atraso tan grande, se adapta a cualquier cosa, y no te puedo engañar, mi bodega es modesta, pero es un buen negocio, me alcanza para tener algunas comodidades, tener una casa, e incluso puedo pagarle una buena escuela a mis hijos. Este “guajiro” español nunca imaginó llegar a estar tan bien. No te voy a engañar, extraño a mi tierra, a mis amigos, mi familia, pero también aquí me asocié a un club de emigrantes de mi pueblo, Grandas de Salime, y hacemos fiestas cada cierto tiempo, sobre todo en la cervecería La Polar y La Tropical, donde voy con mi familia, y siempre hablamos mucho sobre España y nuestras cosas.

¿Cuáles fueron las épocas más difíciles que usted recuerda?

Bueno, los primeros años, en que estaba recién llegado, tuve que hacer mil trabajos, muy duros, para ir saliendo adelante. A eso súmale que extrañaba mucho a mi tierra, y no me acostumbré de la noche a la mañana a los hábitos cubanos. Una época difícil fue la de Machado, cuando decretó la ley del 50% de cubanos y de extranjeros, lo que me obligó a renunciar a mi nacionalidad para volverme cubano, porque de lo contrario era casi imposible conseguir trabajo. Pero bueno, en realidad no me puedo quejar, con mucho sacrificio logré tener mi propio negocio, formé una familia. No puedo pedirle más a la vida.

¿Cómo es su día a día?

Abro la bodega a las 5 de la mañana, almuerzo aquí mismo, duermo la siesta en mi casa que está cerca, y a las 3 de la tarde regreso de nuevo a la bodega hasta las ocho de la noche. A comer, descansar y otra vez a lo mismo al otro día.  Mi único día libre es el domingo. 

¿Cuáles son sus distracciones más allá del trabajo?

Me gusta mucho ver algo de televisión, ir a las fiestas de mi sociedad y reunirme con mis paisanos, leer el periódico. No mucho más, por razones del trabajo, no tengo tiempo de ir con mi familia a la playa ni nada de eso. Mi mujer y mis hijos sí van a veces a clubes, como el Náutico, aunque es un lujo que se pueden dar solo algunas veces. Yo no puedo, porque tengo que trabajar.

¿Qué opina de la lucha en la Sierra Maestra?

Yo no me meto mucho en eso, honestamente, pero por lo que se habla por aquí sé que el pueblo la apoya, sobre todo la juventud, porque se reprime mucho a los jóvenes. Y hay mucha corrupción política, los políticos roban mucho y la gente se da cuenta, a los comerciantes medianos nos agobian mucho con las multas, los inspectores y los policías que te acosan. Yo no conozco mucho de los famosos rebeldes, pero si van a acabar con la dictadura y la corrupción, y entusiasman a la juventud, pues bien.

¿Entonces no se arrepiente de haber venido a Cuba?

No, la verdad que no. He salido de la pobreza y he logrado un progreso. Tengo mi familia, mi comercio, me he sacrificado mucho, nunca he tenido vacaciones, pero les he asegurado un futuro. Los vecinos del barrio me aprecian mucho, les encanta venir a tomar algún trago, o a comer un sándwich y conversan mucho conmigo, honestamente me siento muy querido en este país, aunque me encantaría poder regresar a España, eso sí, de vacaciones, porque ya yo me muero aquí. Estoy completamente aplatanado, aunque mi plato preferido sigue siendo la fabada asturiana.

 

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